Me duelen los ojos, estoy haciendo traducciones, me avisaron que aquí tardan en pagar como 20 años, mi finiquito recién acaba de salir, ya le debo a la tarjeta de crédito y la renta, no tengo dinero ni nada que dar, voy a seguir trabajando en el proyecto éste aburridísimo, al menos ya me dijeron que sí me pagarán el análisis, me duelen los ojos (eso ya lo había dicho, pero deveras deveritas me duelen mucho), me volvieron a cancelar las sesiones de los clientes que llevan pendientes desde el 9 de junio y me hicieron pegar corajes toda la mañana por teléfono, no pude ir a entregar currícula a ninguna escuela (y a ver si mañana sí, por dios). Para colmo, mi gata decidió que no me quiere: a las 11.30 de la mañana mi día ya había sido pinche. Y sigo en la oficina al cuarto para las 10 de la noche.
Al menos mi amiga de Nueva Zelanda ya me confirmó que viene del 9 al 12 de noviembre, y seguro que nos veremos y me hará feliz platicar con ella... a lo mejor hasta me ayuda a recordar cómo fue que me metí en esto.
Me tardé todo un pinche año en aprender a respetar a los consultores, en tomar la opinión de todo mundo, en hacer análisis breves y concisos, en considerar que los de cuanti también son parte del equipo (aunque ellos no piensen lo mismo), en decidir que mi misión aquí es romper paradigmas. Todo eso, para venir a descubrir que ahora lo tengo que desaprender. 3 años de experiencia y lo único que tengo en claro es que esto (lo que quiera que sea que me mantiene trabajando en el análisis de consumo, investigación de mercados y eso) es un mal vicio, y ni siquiera es lo que mejor hago.
Si alguien de los que anda por acá extraña a bitter, no lo hagan. Aquí sigue. En días como estos escribía mi columna esa que maté por exceso de lectores...
Lo bueno, que de todos modos me las arreglé para estar presente en un Patrullando, obtener el material para hacer otro y encontrar dos nuevos sitios. Le decía a M que ahora que esté desocupada, invertiré mucho tiempo en hacer scouting de nuevos lugares para proponerle... si hoy tuvimos tan buena mano como para encontrar 2 y desechar un tercero... podría ser que esa sí fuera la vocación que ando buscando. Ja.
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