17.2.10

Mil disculpas...

Pero ya me cansé. Ya no quiero. De veras, mi querido monstruo interior, estoy hasta la madre de ser la niña de los dieces, la aplicada. Basta ya de ponerme por delante, la primera en la fila de las víctimas propicias, de ser la indispensable, la buena, la que dice sí porque es de mala educación decir que no y después escupe, maldice y patea.
Basta. No importa cuanto intente obtener la imposible aprobación de mi boleta llena de dieces: mis esfuerzos deben ser míos y por mí. Deja de hacerlos cosa de alguien más, de ese padre de la adolescencia al que nada parecía complacerle suficientemente. Ya no quiero enseñarle mi boleta a nadie, no quiero que nadie me aplauda (excepto yo, a veces).

No hay comentarios.: