18.5.07

Hotel Sarajevo

En son de broma, R le dice así a mi recámara. Y es que sí, todo está fuera de lugar, la ropa limpia y sin planchar no tiene acomodo, los libros y discos han tomado el control de la situación y en general como que todo parece haber cobrado vida propia (o haber sobrevivido a un bombardeo). Yo le respondo, siempre, que el día que termine un libro de poesía lo voy a titular así nada más por lo bien que suena.

Pero este post no es para hablar ni de mi recámara ni de mi inexistente libro, sino para demostrar con fotografías el sitio horrendo que visité el fin de semana pasado. Y no me refiero a Pachuca (que sí es horrendo) sino al punto específico de Pachuca en el que me hospedé (que es horrendo más allá de lo imaginable). Bueno, no tanto así, pero sí es muy feo. Digo, seguro que hay sitios más piojito, pero este era feo a secas. Van las muestras:


1. Las camas, que se encuentran una frente a la otra. ¿Qué puede ser más amable que quedar apuntándole los pies al vecino? O como en película cómica, sentarse de frente y platicar de cama a cama. Genial. Por cierto, las cortinas dan hacia una calle ruidosa del centro. Justo debajo de la ventana, un merolico con altavoz y grabadora programaba reggaetón y gritaba desde las 10 am hasta las 8 pm.


2. La televisión más asegurada del mundo. Previendo que alguien vaya a querer llevársela como souvenir, nada mejor que: a) pegarla con silicón a un mueble, b) colocarle un armazón metálico con el que la sujetan mejor a la mesa, c) torcerle los tornillos con los que sujetan el armazón metálico y d) pegar el mueble al piso. Para que no vayan a sacar la televisión inadvertidamente... (Yo no sé cómo le harían para sacar una tv de 22 pulgadas sin que se note, pero bueno)


3. El elegante tocador. Note por favor la comodidad que implica acceder al sitio, pasando por entre las camas y el inmueble de la tele. Además, la silla estilo "decadentismo de oficina" le pone un toque todavía más distinguido al asunto de que el tocador sea de macopán aglomerado.


4. La regadera, que en persona era todavía peor de lo que retrata. Para colmo, goteaba y salpicaba bigtime. Sobra decir que para tomar esta foto tuve que aventar la cámara a la esquina opuesta del baño para que saliera.


5. Y el único momento en el que me metí a la regadera fue para tomar esta fotografía. La toalla era "exfoliante" y no lo decía, como de papel de lija viejo. Y las llaves se zafaban. Para colmo, el jabón chiquito tenía el nombre de OTRO hotel... Ah, jijos.


6. Eso sí, la única forma correcta de ver la tele (¿recuerdan cómo estaban las camas?) era, por supuesto, encajonado en el excusado. Si tuviera algo de autocrítica, me avergonzaría decir que mi trasero estuvo a punto de no entrar entre las dos paredes que lo cercaban. Como carezco de ella, ya lo escribí.


7. Total, que en este espacio que ahora ven desde afuera se encontraba el clóset... perdón, el baño. Yo preferí dejarme las pulgas hasta llegar a mi casa.


8. Y una última vista, desde algún sitio entre el tocador y la televisión más segura del mundo. No falla el escritorio, que nos hace saber que se trata de un hotel bussiness class. Lástima que la silla sea la misma del tocador, y que el internet inalámbrico gratis (ah, porque había) no llegara hasta la habitación...

Espero que hayan disfrutado la visita al hotel Sarajevo. Por supuesto, no se llama así, pero ¿realmente importa cómo se llame?


Y sí, soy fresa, pero voy de campamento y sé dormir en tiendita de campaña, ja.

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