11.7.09

Cierres

Después de muchos jalones, gritos, semanas de angustia, noches de desvelo, sábados enteros de frustración, risas, desayunos escolares y retos seminsuperables (como crear, por enésima vez en mi vida, una empresa... chale, como si no hubiera estudiado para LAE) por fin, terminamos la maestría.

No estoy segura de qué siento. Por primera vez en casi dos años, las 24 horas que corren de que salgo de la oficina el viernes a la hora correspondiente del sábado me pertenecen. Y aunque ya tenga un mes de haber salido, sigue sorpendiéndome la sensación de libertad que me produce ya no tener que ir a la universidad, viendo lentamente cómo se desmorona el afecto que en algún momento le pude tener a la "augusta institución". También extraño ver todas las semanas a mis compañeritos, las platicas de libros y sociología con el ilustre asesor, y dedicarle doce horas una vez al mes a escribir mi tesis.

En fin. Ya sólo falta juntar el dineral que hará falta para titularme, y eso se volverá el requisito central del próximo año. Es cuestión de pagar mucho por el certificado total, otro tanto por el examen profesional and even more por los trámites de cédula y título. Eos sí: después de eso ya seré "Maestra". Excelso. No sé. Mientras más lo reviso en retrospectiva, estoy segura que aprendí mucho de mis compañeros, de mi asesor de tesis y de dos maestras (tal vez 3). De ahí en más, el resto fue el requisito para obtener el grado que avala lo que he leído por mi cuenta y aprendido en el trabajo en los últimos 5 años.

Ese es un cierre. El otro es que el próximo jueves, más o menos a esta hora, me caso (dirían los pesimistas: por primera vez). Tampoco sé decir cómo se siente; después de un año de vivir juntos, de un muy entretenido "noviazgo intensivo" de dos años y medio (cuento ahí, por supuesto, la cohabitación), de "la primera cita más larga de la historia", cuatro gatos, tres departamentos, una casa, tres trabajos, al menos tres proyectos de trabajo en conjunto (unos con grandes resultados y otros no tanto, pero siempre como equipo que se complementa), muchos libros y peliculas y (sorprendentemente) pocos pleitos, como que casarse tiene algo de "paso inevitable", pero también de "puente" y de tomarse de las manos para caminar (qué cursi).

El compromiso ya lo teníamos puesto. Casarnos da el pretexto para reunir a la gente que queremos en torno de nuestro propio festejo, el de darnos cuenta de que, como diría R, "encontramos interlocutor". Hasta el momento, esto ha sido una larga y entretenida conversación. Raro en mí, no escucho esa voz que le dice a todos mis planes: "¿No la estarás cagando?". Esta vez no.

En una semana, habremos hecho público lo que sabíamos en privado. Eso es un cierre.