26.2.10

Espacio-tiempo

Me lo había advertido mi asesor de tesis: cuando empieces a trabajar vas a dejar de escribir. Y sí, maldita sea. Aunque las letras están ahí flotando en mi cabeza todo el tiempo, la verdad es que no logro hacerme espacios para escribir. Tengo un personaje que me ronda la cabeza, varios poemas, este blog estacionado... Nada. El cansancio es más fuerte que yo. Bueno, el cansancio y Olga, que me esta haciendo descubrir que ser mamá de un cachorrito es muy absorbente (todavía no tanto como de un bebé, pero sí más que ser mamá de dos gatos).

O encuentro tiempo para mis letras o voy a terminar por perderme a mí. Eso creo...

17.2.10

Mil disculpas...

Pero ya me cansé. Ya no quiero. De veras, mi querido monstruo interior, estoy hasta la madre de ser la niña de los dieces, la aplicada. Basta ya de ponerme por delante, la primera en la fila de las víctimas propicias, de ser la indispensable, la buena, la que dice sí porque es de mala educación decir que no y después escupe, maldice y patea.
Basta. No importa cuanto intente obtener la imposible aprobación de mi boleta llena de dieces: mis esfuerzos deben ser míos y por mí. Deja de hacerlos cosa de alguien más, de ese padre de la adolescencia al que nada parecía complacerle suficientemente. Ya no quiero enseñarle mi boleta a nadie, no quiero que nadie me aplauda (excepto yo, a veces).