31.10.07

¿Valdrá la pena?

Sé que no tiene ética alguna ni principios (¿cuáles?)
Sé que sus únicos fines son económicos (y narcisistas, pues bah)
Sé que es capaz de lanzar mierda sobre mí, mis amigos y parientes.
Sé que estaría enfrentándome de frente con una psicópata terrible.
Sé que es vengativa y rencorosa.
Sé que hay gente que me importa que se vería afectada.
Sé de sobra que hasta el cansancio y el vómito he dicho que la odio y que eso no era sinónimo de hacer algo...

pero...



¿no que es muy talentosa? ¿entonces? ¿por qué se roba mi ideas? ¿por qué se mete conmigo?


¿Lograré convencer a mi abogado y convencerme yo de que es necesario al menos testerearle el teatrito?


Tengo unos cuantos días par pensarlo. Mi marido dice "vas". Yo tengo miedito. Seguro que mi abogado dira "nel". Ya veré...

30.10.07

Además...

Se me olvidó el post sobre el Pasagüero, la crítica de arte y las sospechas de mota en mi sistema...

Ah, y que a lo mejor organizo una super fenomenal cosa que tiene que ver con circo legal, reflectores y pleito, pleito. Si se arma, les aviso. Si no, les platicaré en un post qué pedo con mis oportunidades de hacer valer mis derechos y sacar de quicio a gente que se lo merece... (lo más probable es que no haga nada, ja. Pero bueno, deberé consultarlo con mi consejero legal, chale...)

29.10.07

Posts pendientes

Ya sé que éste no es el sitio de las listas... pero si no hago el inventario, se me olvida. Aquí está:

1. Sobre "madurar es aprender a renunciar"
2. Sobre el concierto del sábado
3. Sobre los amigos
4. Sobre mi ritmo de vida reciente (mostly complaints)
5. Sobre R...
6. Sobre la maestría que estoy estudiando
7. Sobre los cambios del año

Y ya. Así como ven, tengo al menos 7 cosas sobre las cuales escribir, que por una cosa o por otra (básicamente por otra) siguen pendientes. Chale.

¿Que si sigo escribiendo? En mi cabeza, sobre todo. Pero ya no publico ni en el blog, buaaaaaaa. Prometo regresar pronto con alguno de estos temas.

11.10.07

Talla 20...

Hace un año que no trabajo en oficina. Eso quiere decir que mis pantalones de mezclilla pasaron de la categoría "viernes sport" a la de "uniforme de trabajo". Lo siento, soy poco fancy, me gusta andar cómoda y soy la primera mujer en mi familia materna que pudo usar pantalones de mezclilla sin que mi abuela pusiera el grito en el cielo, así que se volvieron parte de mi identidad.

El caso aquí es que mis 5 pantalones fueron sufriendo "las inclemencias del uso". No estaban precisamente nuevos, aunque en realidad tampoco tenían tanto tiempo; los dos que más utilizaba eran de mi época de viajero incesante, y uno más lo compré justo en el momento en que entendí que podía volver a vestirme como me diera la gana y no como me decían en el código de vestuario de la empresa que debía hacerlo. En fin, que uno tras otro sufrieron diversos "accidentes": un zipper roto, desgarros en el muslo, una ruptura indiscreta al lado de la bolsa trasera del pantalón... pa'l gato, pues. Y como no se trata de tener pinta de pordiosero frente a los alumnos, pues algo había que hacer (y no era ponerme diario pantalones de vestir y faldas, por supuesto).

Con el dolor de mi corazón (y mi cartera), decidí sustituir mis jeans por otros menos jodidos. Por supuesto, nada de marcas caras. Por supuesto, no más de 250 pesos por cada pantalón... así, mis opciones se redujeron a 3 o 4 sitios: Parisina Moda, Woolworth, supermercados (de preferencia Wal Mart), Suburbia. Sí, la pura delicia de la clase media y mediajodida, que es en realidad donde siempre me ha gustado comprar ropa (C&A también cuenta, pero es más caro), con la siempre gustada limitante de encontrar algo en lo que quepa este trasero que J.Lo envidia y Salma Hayek copió durante su embarazo...

Emprendí la búsqueda. Primero Parisina, que es descaradamente barato y no saben de cuantos apuros me ha sacado. Un pantalón de mezclilla, 180 pesos. No se le nota. Por supuesto, de mi talla habitual (13/14), y además un pantalón rojo por otros 150 pesos. Hacía años que no tenía pantalones rojos, y me encantan.

La buena vino cuando llegué a Woolworth, ese santuario de los accesorios domésticos feos, las ollas baratas y la ropa de todas las tallas. En Monterrey me sacó de apuros una y otra vez con sus bonitos sweaters de $150 que compraba cada vez que me agarraba el frío, y siempre se ha distinguido por tener tallas, más tallas y tallas extra. Total, que fui con gran emoción y algo de terror, porque uno nunca sabe cuanto puede gastar cuando la ropa está relativamente barata.

Llegué, pues, al cielo de los jeans baratos. Escogí una tercia de modelos, con harta prisa, todos en la misma talla pero de diferentes diseños y marcas. Tomé el primero y más barato (un pantalón que traía como accesorio de regalo un cinturón dorado espeluznante, pero se le podía quitar), me lo puse y subió perfecto... pero se veía fatal. El segundo... misma talla, diferente marca; entró apretado, el corte no me emocionó... pero no importaba: ahí estaba el precioso pantalón de mezclilla oscura, con brillitos en las bolsas traseras (ya saben, yo bien elegante, ja).

Lo tomé del gancho y en ese momento me di cuenta: aunque la etiqueta decía 15, la cintura era mucho más estrecha que la de los otros dos pantalones que ya me había probado. "¡Madres!" pensé, "o acabo de engordar súbitamente o esta marca tiene problemas con sus tallas". Por no dejar, me metí el pantalón en una pierna... luego en la otra... lo subí... y no pasó de las rodillas. Hagan de cuenta comercial de slimcenter. Y lo peor fue que el pendejo pantalón realmente me gustaba, ¡por eso era el del final!

¿Qué hacer? Pues ponerse los pantalones que trae uno desde su casa, en primera. Después hay de dos sopas:
1. hacer de tripas corazón, escoger el que es de la talla que dice que es, decirse al espejo "pinche gorda comegalletas" y llevárselo, aunque se vea fatal. Es lo que se merecen las gordas comegalletas a las que no les quedan los pantalones que les gustan (pierdes un turno)
2. salir del vestidor como si nada, entregarle los pantalones que no te gustaron a la señorita del probador, llevarte el que te gustó y no te queda y buscar en el estante dos tallas arriba. Cambiarlos ahí y llevarte el grande (avanzas 2 casillas)

Ahora tengo un bonito pantalón azul oscuro, con brillitos en las bolsas, talla 19/20. Y sólo yo veo ese dato... y he de confesarlo, me hace feliz.