18.1.07

Disolucion

Me gustaría decir que estoy disuelta. Me gustaría, deveras, decir que no sé lo que me pasa. Pero sí sé. Acabo de conocer a un hombre harto increíble, hace cosa de una semana, y ya se transformó en irremediable parte de mi vida.

¿Cómo fue? No sé decirles cómo fue, ni sé explicar lo que pasó, pero me enamoré. Digamos que yo iba a tomarme un café con un amigo a Coyoacán para matar el aburrimiento del viernes en la noche, y de alguna extraña forma esa salida terminó el domingo a las 2 de la tarde, saliendo de casa de mi novio, después de desayunar con él.

Me caí en el agujero del conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas... Inesperadamente mi amigo resultó un excelente conversador, un tipo inteligente, divertido, lector apasionado, fan de los Pumas, veracruzanísimo, maduro pero no solemne, buen amigo de sus amigos, trabajador de la cultura (sí, todavía había alguno disponible), entregado, entusiasta, generoso. Neurótico también, de esos de los que hacen "wahwahwah" y luego se les baja (como yo). Gastronauta consumado. Aventurero pero aterrizado. Analítico pero fiel creyente en la serendipia. Experto en ópera pero amante de las cumbias (y sabedor de que se escriben en octosílabos). Propietario del gato más guapo del sur de la ciudad, pero amante de los perros y de otros animales.

Cuando volteamos, ya llevábamos 6 horas juntos y el frío nos estaba queriendo volver locos. Una hora más hasta que nos corrieron de la última taquería abierta de Coyoacán. Caminar hasta el coche, dirigirnos a su coche y terminar escuchando música en él. Ver amanecer juntos en su techo. Hablar de ópera a las 9 de la mañana sin haber dormido. Amigos, familia, sus brazos, "di-me si-tú quisieeeeeras andar con-mi-gooo, uohoho", sí, carcajadas, no siento las manos, mucho espresso. Dormir abrazados. Escuchar su respiración en la mañana. Saber que ronca, y además de eso que respira pesado. No importa.

Ha sido la semana más feliz de los últimos años. Ya hasta se me había olvidado lo que se sentía ser así de feliz, estar así de enamorada... tanto he insistido en el concepto ése de la complicidad entre amantes más allá de lo físico (sí, esa complicidad emocional e intelectual que implica compartir en una mirada muchas cosas, en una noche pláticas eternas), que ahora que por fin se cumple sigo creyendo que lo soñé.

Se llama RdR y su nombre está entre admiraciones en mi agenda.

Todos creen que estoy loca. Tienen razón.

Me dicen que sea cauta.

No saben lo que dicen.

Si me parto la madre mayúsculamente, habrá valido la pena.

Prometo, solemnemente, aprender a nadar.

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